¿Cómo las situaciones inesperadas afectan la calidad de vida?
La angustia y el estrés aparecen cuando menos lo pensamos, más aún cuando estamos en medio de una situación que no esperábamos (American Psychological Association, 2010). A veces, son tan intensas estas sensaciones que terminan por deteriorar nuestra salud y de paso nuestra calidad de vida.
El diagnóstico de una enfermedad, una crisis laboral, o incluso algo tan aleatorio y que se nos sale de control como un desastre natural afectan de diferentes formas los ámbitos de nuestra vida. Además, según Robinson et al. (2023), generan:
- Cambios en el estado emocional: tristeza, confusión, ira, miedo, falta de confianza.
- Cambios en el comportamiento: agresión, impulsividad e hiperactividad.
- Otros cambios como: falta de sueño, fatiga, agotamiento, desorganización en las relaciones familiares, laborales y sociales.
Sin embargo, para no sumar un agobio adicional por no saber cómo controlar la situación, es importante que tengas claro que no es posible prepararse completamente para los hechos inesperados ni para las sensaciones que surgen en torno a ellos. Lo que sí puedes hacer es desarrollar habilidades que te permitan manejar tus sentimientos y reacciones, protegiendo así tu bienestar.
Como ves, la clave está en el abordaje del problema, no en tratar de controlar todo lo que pasa. Así tu calidad de vida no se verá afectada por cosas que inevitablemente se te salen de las manos. A continuación, te compartimos otras acciones y actitudes que puedes adoptar en tu vida para fortalecer tu respuesta ante los sucesos inesperados.
La falta de información complica mucho las cosas cuando algo inesperado sucede, es la mayor fuente de tensión y de temor en las personas cuando se enfrentan a situaciones desconocidas; es posible que a ti o a alguien que conozcas le haya pasado antes algo parecido, pero no hay que olvidar que todas las situaciones son distintas, así como las condiciones en las que ocurren.
También es importante tener en cuenta que los valores, la actitud, el apoyo familiar y las condiciones económicas en las que se está influyen de manera significativa en cómo respondemos ante una situación (González de Rivera y Revuelta, 2001). Por eso, en este tipo de situaciones el tiempo es el mejor aliado: tomarse unos minutos para pensar, enfocar la atención, comprender qué es lo que está ocurriendo, cuáles son los recursos que tenemos a la mano y, tal vez lo más importante, cómo sobrellevar la situación sin afectar la calidad de vida.
En la vida de cada persona, el desarrollo humano involucra diferentes habilidades, dentro de las que está saber afrontar los imprevistos. Todos tenemos la capacidad para aceptar la realidad y transformarla, negar lo que está pasando solo nos sirve para retrasar la búsqueda de soluciones.
Si aceptamos la realidad, automáticamente nos estamos moviendo hacia el siguiente paso: tratar de encontrar una solución, asumiendo el compromiso de ser responsables de nosotros mismos y de nuestra calidad de vida.
No hay mejores compañeros para encontrar soluciones que las personas con experiencia en situaciones como la que estás pasando o expertos en temas relacionados con el problema a afrontar. Acudiendo a un profesional tendrás una visión más clara del contexto y del momento en el que estás, podrás ver las cosas en perspectiva y (tal vez lo más importante) te darás cuenta que no eres (ni serás) la única persona en el mundo pasando por esta situación.
Es normal que ante una situación inesperada tengamos el miedo de que todo puede ser peor: ¿qué pasará?, ¿cuánto tiempo durará? Nos hacemos miles de preguntas como estas y la preocupación se convierte en el centro del problema (Pérez-Belda, 2012).
Si nos predisponemos, antes de que pase lo que tenga que pasar, puede incluso que evitemos una felicidad que venía en camino y que evadimos por anticiparnos a lo desconocido. Por ejemplo, abandonar la meta de empezar a estudiar por creer que en el futuro no tendremos la capacidad económica o la salud para terminar los estudios.
¿Qué podemos hacer? Es aconsejable que trates de tener expectativas reales ante las situaciones de la vida. Incluso, si logras mantener una actitud expectante, pero positiva, serás capaz de mantener tu bienestar y calidad de vida (Fernández, 2015).
Todos conocemos la imagen del avestruz metiendo la cabeza en la tierra para evitar el peligro. Incluso muchos hacemos lo mismo cuando nos enfrentamos a un problema. Y es normal porque el instinto de preservación lo tenemos todos, tanto humanos como no-humanos.
¿Qué podemos hacer?
La gran ventaja que tenemos frente a los animales (pobre avestruz) es que tenemos la capacidad de ser conscientes de las situaciones que nos pasan, analizar detalladamente las causas e incluso establecer un plan en cuestión de segundos. Aprovechar esta capacidad nos puede ayudar a tener mejores reacciones y así no afectar nuestra calidad de vida huyendo de todo lo que nos pase en la vida.
Así la visión en perspectiva se nos cierre cuando tenemos un problema, no hay que olvidar que a nuestro lado tenemos personas que se pueden ver afectadas por nuestra reacción ante los problemas o que, incluso, pueden ayudarnos a sobrellevarlos.
Familiares, amigos, compañeros de trabajo, todos juegan un rol y ocupan un lugar cuando estamos enfrentando un problema. Aparecen sentimientos de culpa, frustración y miedo al futuro cuando sentimos, por ejemplo, que somos una carga para nuestra familia… Pero no hay que olvidar que entre familiares hay solidaridad, hay amor y que tal vez eso que sentimos es producto del agobio por el que estamos pasando en ese momento. Si recibimos el amor de nuestra familia, o incluso el de nuestros amigos y compañeros de trabajo, todo mejora (Pérez-Belda, 2012).
En resumen, para mantener la calidad de vida ante una situación inesperada lo mejor es trabajar en nosotros mismos desde diferentes ámbitos como el conocimiento de la condición propia, el manejo de sus emociones y el fortalecimiento de nuestra red de apoyo familiar y social (Robles-Sánchez et al., 2015).
